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  • Me preguntaste que porqué elegí pasar contigo el rato de la vida que quisimos los dos. Te recordé que me venías a recoger a la universidad con tu coche destartalado mientras ocultabas chuches en la guantera. Yo me hacía la sorprendida pero todo el habitáculo olía a gominolas y regalices rojos antes de siquiera llegar a sentarme. Por supuesto llevabas la música que me gustaba y me metías por los ojos la que te gustaba a tí pero siempre ganaban Tina Turner o The Doors.

    Y te recordé que pasábamos los días entre tu piso y el mío cuidando de que no nos faltaran limón y ginebra, ni galletas de coco para picar por las noches. Me hacías buscar mis gafas por toda la casa y siempre, siempre, siempre, las tenías tú escondidas. Al encontrarlas era , obviamente, risa asegurada. Esa obviedad era maravilla. Y eso siguió pasando durante años. Eso, y tu manía de ponerte mis sujetadores de sombrero para desayunar.

    Te encontraba siempre que te necesitaba, en medio de un disgusto con mis amigas, después de un día duro, destrás de mis disciplinas para hacer ejercicio, a mi lado en las noches de insomnio inesperado, limpiando lágrimas con besos y dibujando risas con magia sacada de tu chistera infinita.

    -Pero eso fu hace mucho.-contestaste, algo incrédulo y un tanto sorprendido de mi memoria.

    Y yo te cuento que no me han faltado nunca regalices, ni un cubata de limón, ni risas después del sexo, ni horas de conversación sobre lo que se tercie en las largas noches de verano, ni mi música de Tina en nuestros viajes. No me ha faltado nunca ese abrigo detrás de cada paso que no ahoga, que alienta y reconforta. Y hoy, después de años me preguntas emocionado qué me hizo elegirte y te brillan los ojos como si no fueras digno o no fueras bastante. ¿No te parece eso una respuesta?

    Y me abrazas y vamos a buscar la cena mientras meto la mano en el bolsillo de tu abrigo para encontrar mis gafas.»

  • Soy una mujer de pueblo o una rural woman, como quieras llamarme, que no puede parar de escribir de todo y a cualquier hora. Y, cuando no escribo, estoy pensando en hacerlo.

    De pequeña lo escribía todo, lo leía todo, soñaba con ser escritora, amaba el olor de los libros y tenía una imaginación desbordante. Ahora soy igual pero más grande, y en vez de soñar con ser escritora, he decidido serlo. Porque, ¿qué se necesita para ser escritora? ESCRIBIR. Y eso lo hago a diario. Tenía pendiente empezar el blog hace años pero escribía en un perfil de Instagram mientras tanto. Y ahora que por fin senté mi culo a fabricar mi blog, os iré poniendo al día, porque tengo escritos a cascoporro.

    Te escribo igual de amores y desamores que de lo que amamos en el pueblo la mesa camilla, o de las vicisitudes de una mujer en este caso rural, pero con mucha vida urbanita detrás, ojo. Amo ser de pueblo, amo ser mujer y mi lema es FÓRRATE DE AMOR PROPIO. Mi modo de vida es vivir con HUMOR.

    Y si te mola leerme, estaré tan feliz que saltaré en los charcos como una niña chica, aquella que soñaba con que me leyeran.

    BIENVENID@.